viernes, febrero 03, 2006

ESPERANZA

Tan sólo nos queda el humor.
La risa es nuestra única posibilidad.
Yo no sé como es vuestra vida, pero me gustaría compartir vuestras ansiedades, intentar comprender vuestros problemas.
Todos tenemos problemas y ansiedades, y los tiempos que corren están tocando fondo.
Nos rodea la estulticia, la vulgaridad, el mal gusto, la podredumbre... los desaprensivos pululan por doquier contagiando a todo el mundo con sus virus que nos atontan, adormecen nuestros sentidos o estimulan nuestros más bajos instintos.
Ya nadie se entrega sin exigir a cambio. Hasta respirar es un valor en alza.
La amistad, la vida tranquila, la conversación, disfrutar con los demás de sus opiniones, de sus frustraciones, de sus sueños más o menos alcanzables.
No podemos ser una isla. No podemos ser robots, no debemos dejar que nos conviertan en máquinas.
Vosotros, mejor que nadie, por vuestra formación, por vuestra cultura y por vuestra sensibilidad, debeis conformar la resistencia.
Y debemos reir más y mejor que nadie. Debemos reir siempre.
Tenemos que vivir en la autenticidad, aunque nos cueste la vida.
Esto es lo que espero de vosotros, amigos míos, y siempre bajo la inteligente batuta del humor.
El flautista de Hamelancolin

jueves, febrero 02, 2006

Orgullo y prejuicio

Reconozco que soy una persona con mucho orgullo y bastantes prejuicios. Entre ellos está el declararme escéptica con el “cine español”. Como mi educación/encorsetamiento me impide decir que me niego a ir a ver cine español, simplemente me limito a no ir.
Me raya que la gente, justo con el cine, despache sus preferencias y manifiesten vehementemente que bajo ningún concepto verían una película española (por ejemplo, mi madre). De la misma manera, me agotan los enrollados infames que “apoyan al cine español”, aprovechando la ocasión para saludar a otras causas muy ajenas al cine y a las taquilleras. A nadie se le ocurre decir que se niega a comer tomates de Almería, mientras otros abogan por los de Murcia para apoyar el trasvase del Ebro.

La cosa es que ayer me llamaron para ir al cine. Propuesta: “La vida secreta de las palabras”. Respuesta: "Ni de coña. Antes muerta". Pero, resulta que la firmeza de una decisión, en mi caso, es inversamente proporcional al tiempo que soy capaz de mantenerla. Es decir, que a los cinco minutos dije que bueno, vale… Y fui.
No parecía una peli española. Quizá, a esto contribuía que era en inglés, que estaba ambientada en Copenhage o por ahí y que no salían ni Antonio Resines ni Paz Vega. Y, aquí viene lo peor, ME GUSTÓ!!. Si, me gustó y hasta me atrevo a recomendarla. Nunca me había pasado esto antes. Odio el rollito Alphaville por los enrollados, odio las gafas de la Coixet por espantosas, odio a la Academia por paleta, odio a Aitana Sánchez-Gijón por pesada y a todos los Bardem juntos o por separados por lo coñazo que son. Hasta odio los goyas, aunque me echen de mi profesión. Aún así, reconozco que es una peli que no está nada mal.
Así quedan mi orgullo y mis prejuicios, a los que tanto cariño tengo. Para que veais.

martes, enero 31, 2006

A Roberto Carlos (el cantante, me refiero)

Vivimos tiempos de orgía democrática y apología del consenso como mecanismo, aparentemente, único e universal, para poder presentar “nuestra” postura ante cualquier tema como mínimamente valorable. Se terminó “tener razón”, la “verdad”, lo “mejor” y lo “correcto”; incluso se ha acabado, “yo opino humildemente” que tengo razón, que es verdad, que es mejor o que es lo correcto. El convenio al poder, elevando a las alturas de fin último el acuerdo entre partes, obviando absolutamente una hipotética resolución del problema. Eso ya no es importante. Sólo importa estar de acuerdo, y por arte de magia, eso nos llevará al cielo (perdón por este apunte que apunta una cierta conciencia religiosa) de los tolerantes donde ya no hay ningún conflicto.

Digo esto porque hoy he ido a pasar la ITV con mi viejo coche. Hace tiempo que debería haberla pasado, pero, como soy un incívico y además, muy vergonzoso (me dan miedo los actos sociales del tipo que sean), no lo había hecho. Lo cierto es que allí estaba, y después de una interminable espera rodeado de taxis y demás vehículos de tracción mecánica, superados todos mis miedos íntimos, cumplía escrupulosamente toda la serie de complejas acciones que me indicaba un hombre mono con un palillo entre los dientes: Intermitente derecho, izquierdo, gire el volante, acelere, frene, ahora con el freno de mano,… Superada la prueba, desciendo orgulloso de mi Honda, después de darle unas cariñosas palmaditas y un azucarillo: “Te has portado pequeño”.

El hombre mono: “Pase por la oficina y allí le dirán”. Cual es mi sorpresa cuando otro hombre mono, llamémosle nº2, en este caso sentado en una silla tras el mostrador, me pone veinte papeles a firmar y con la media sonrisa que provoca el mondadientes nº2, me comunica: “Retenemos su documentación hasta que cambie la lámpara de la luz antiniebla trasera. Tiene quince días.” Paralizado, toda mi seguridad se viene abajo. Salgo de nuevo al coche y le quito el azucarillo-premio a mi antes amado coche, con una delicada mirada de reproche (nada más, ya se sabe, no se debe maltratar a los animales).

En un ejercicio de agilidad metal sin precedentes, y dado que no llevaba el “juego de lámparas de repuesto”, obligatorio al parecer, diseño mi futuro. Debo encontrar un taller cercano, venzo de nuevo a mis vergüenzas, lloro un poquito y les ruego que me pongan la lucecita dichosa. Todo se produce según lo planeado hasta que el amable operario del taller colindante me informa, también con una media sonrisa (debe ser cosa gremial), de que la luz está perfectamente, que no esta fundida. Tras la sorpresa y chascarrillos varios con los compañeros mecánicos, vuelvo sobre mis pasos, montado de nuevo en mi ya desconcertado corcel. Soy Hill Murria en Atrapado en el tiempo: señorita inicial, interminable cola, pasillo central, y por fin, hombre mono nº1, que ahora fijándome un poco, creo intuir que es ciego (por el bastón blanco digo). Suave indignación, comprobación del error previo, y de nuevo: “Pase por la oficina y allí le dirán”. Este tío es un robot, impermeable, no tiene conciencia. Abandono este objetivo como blanco de mis iras y resuelvo pagarlo todo con el hombre mono nº2.

Estuve bien. Con esa seguridad y firmeza que da la certeza de haber sido objeto de un abuso. Y con educación, sin alzar la voz ni entrar en el proceloso mundo del insulto ni el menosprecio. Hombre mono nº2 me contemplaba con ojos vacíos. Acabé finalmente mi alocución otra seguro y feliz, sabedor de que había dejado las cosas claras. Miré a mi espalda a los taxistas que esperaban pacientemente y pude intuir algo que interpreté como un brillo de aprobación en todas sus miradas. De pronto, oí la voz chillona del hombre mono nº2 desde detrás del mostrador: “Es verdad, creo que podríamos pasar una nueva inspección un poco más pormenorizada. Acompáñeme.”

Las cabezas de los taxistas súbitamente se hundieron en el suelo de terrazo de la oficina. Tuve que volver a tirar de una actividad metal desenfrenada para entender el cataclismo que mi educada indignación había causado. En los diez metros de pasillo que separaban la oficina de mi coche, recorridos a paso de maniobra detrás del hombre mono nº2, pedí disculpas, asumí culpabilidades, me flagelé, prometí no hacerlo más y hasta le ofrecí un mondadientes nuevo. Abriéndome la puerta del coche, me dice el cabrón: “Vaaaaaale. Entonces, ¿todos contentos?”

lunes, enero 30, 2006


"Quien contempla la belleza con sus ojos se ha sometido ya a la muerte".

Thomas Mann.

(propongo frase como siguiente tema de fhe)

El futuro es nuestro

Navegando y navegando he pescado en la red un sencillo manual de autoayuda para llegar a ser auténticos hombres y mujeres del futuro. Yo estoy casi listo (todavía me falta alguna cosilla). Espero que me podais acompañar en este emocionante camino. Reproduzco parte del preámbulo (el lado oscuro de la luna).
"Se prohíbe gozar. Se prohíbe sufrir. Se prohíben la alegría y la tristeza. Se prohíbe ser, y se respeta de momento estar. Se prohíbe follar de dos en dos, cualquiera que sea la condición de los actores (ahora que ya hemos absorbido al poderoso colectivo homosexual). Se toleran otras formas más elaboradas de sexo (masturbación, grupos, animales, etc…) al haberse constatado el rápido descenso en la practica de estas actividades. Se prohíbe aun más la repugnancia. Se prohíbe engordar. Se tolera dormir pero se prohíbe soñar. Se prohíbe, claro está, beber y fumar. Se permite hablar pero no discutir y menos gritar. Se prohíbe discrepar e insultar. Tampoco se puede rezar, ni pedir, aunque se permite dar esperando recompensa. Se prohíbe amar, se prohíbe querer, se prohíbe anhelar. Se tolera en contacto físico pero se prefiere el virtual. Se prohíbe pensar, menos todavía enseñar y no digamos aprender. Se prohíbe el deseo, se prohíbe el subconsciente, se prohíbe la debilidad. Tampoco resulta aconsejable el exceso de fuerza. Se prohíben la religión, el arte y la naturaleza. Se permite el deporte siempre y cuando no sea competitivo. Se prohíbe la diferencia y la escala. Se prohíben los hijos. Se prohíbe en consecuencia (que también se prohíbe), cualquier tipo de filiación. Se prohíbe la historia y se mantiene de momento la geografía. Se prohíbe el error, y para ello se recomienda no buscar acertar. Se prohíben los juicios de valor; se valoraran especialmente los juicios vacíos, abiertos, cambiantes, mutables y adaptables. Se prohíbe dudar. Se prohíbe preguntar. Se prohibirá el lenguaje muy pronto. Se prohíbe atentar y se intentará no ser atentado. Se prohíbe la venganza. Se prohíbe odiar. Se prohíbe elegir y separar. Solo se debe integrar. Se prohíbe enérgicamente el pasado, y se desaconseja condicionar el futuro con nuestras acciones. Resumiendo todos los anteriores mandamientos en dos: se prohíbe vivir, solo sobrevivir y se prohíbe por supuesto morir, solo cambiar."