lunes, marzo 03, 2008

Atardecer en Matosinhos

Es un lugar para soñar.
El primer encargo, el primer trabajo de una larga trayectoria, el primer gesto de un arquitecto y quizás también el más bello, el más ingenuo, el más verdadero. Barco varado a la orilla del Atlántico, Taliesin empotrado en un mar de rocas, nocturnamente transformado en pecera cristalina donde todos los reflejos tienen cabida.
Es el espacio, un sutil poema de verdad arquitectónica, el afán de enmarcar el infinito desde una taza de té, lo que se desprende de este magico edificio, mucho más que un restaurante.