jueves, abril 20, 2006


Una de tantas dudas que me ha rondan la cabeza después de la intensa experiencia japonesa: Resulta evidente que esta cultura es, al menos, tan desarrollada como nuestra vieja cultura occidental, frente a modelos más jóvenes y virulentos como el islam. Sin embargo, el papel de la mujer en este modelo, resulta sorprendentemente antiguo, desde la imprecisa mirada de un ingenuo europeo. En un primer vistazo, supongo que completamente equivocado y cargado de prejuicios, parece que las mujeres no han recorrido, el glorioso camino de la liberalización que nuestras decididas chicas atravesaron en el siglo pasado. No parece importarles, y lo que es más importante, esta lacra intolerable tampoco parece haber afectado a su desarrollo cultural como pueblo, que, creedme, presenta muchos menos síntomas de agotamiento que el nuestro. Y la pregunta entonces resulta evidente: ¿no será precisamente ésta, una de las causas de nuestro estancamiento y debilidad de nuestra sociedad? No es una pregunta retórica. Sin cuestionar en absoluto ninguno de los derechos y papeles asumidos de forma precipitada (es cierto que llevaban muchos años esperando) por las mujeres occidentales, la feminización total a la que parecemos abocados, la asunción de los ideales tradicionales supuestamente masculinos por parte de las mujeres para alcanzar su "realización personal completa" y la verdad absoluta e incuestionable de que "todos somos iguales", siempre me han provocado cierto desasosiego. Hay otros caminos.