lunes, junio 18, 2007

Capello, un extremista




No sé si tiene razón o no. No me importa ni creo que le importe mucho a él. Me encanta cuanto alguien ataca la línea de flotación del pensamiento único, de este pensamiento blando que nos inunda desde hace ya demasiado tiempo. Y me encanta aun más cuando además gana (y con mi equipo, claro).

Tanto buen manejo del balón, tanto rectángulo mágico, tanto tiqui taca, tanto pase, tanto ataque, tanto estilo… Tanta literatura, acertada o no, pero definitivamente única, blanda, políticamente correcta, aparentemente irrefutable, éticamente irreprochable, plástica, se ha visto volada de un plumazo por un italiano insolente al que le gusta el jamón; por un retrógrado, dirán todos valdanistas y cruyffistas de nuevo cuño, que son incapaces de tener una idea propia; por un reaccionario, que lo que afirma es que nos dejemos de gilipolleces y que lo importante es meter la pelotita en la portería contraria una vez más que el enemigo. Y para eso, en lugar del jugar en todo el rectángulo y mimar la pelota, quiere simplemente destruir el juego del contrario y enchufarla lo más rápido que se pueda. Así de sencillo.

No. Miento. No es tan sencillo. Recupera otros valores del fútbol, que de tanto repetir los nuevos, blandos y únicos, habían caído en el olvido. Como el pundonor, como la convicción de ganar, como la lucha, como el manejo del tiempo de partido, como las remontadas, como el ser listos, como el defender hasta morir, como el correr hasta que los calambres te rompan, como el sentir una camiseta y un escudo, como la pasión, como el azar... Valores denostados por los nuevos estetas. Pero valores que también han hecho del fútbol lo que es. Que han configurado el currículum de la selección italiana y la alemana. Los listillos, sin embargo, más papistas que el papa, dicen que juegan mal, que el único modelo es Brasil o aquella Naranja Mecánica que no ganó. Pues no, señores, esta vez no.

Y otras muchas, no se crean. Porque en el deporte todo esto sí juega aunque a ustedes les parezca baladí. O si no, como creen que gana Nadal a Federer. O como creen que ganó Alonso a Schumacher. O como ganó Tyson, o los Pistons, o todas las mediocres selecciones italianas de cualquier deporte, etc…

Gracias Dios, diría yo, que existe esto otro. Gracias porque a veces sopla un viento incontrolable desde un extremo que arrasa y limpia el centro de ideas mediocres y lugares comunes con excesiva vocación de universalidad.