sábado, mayo 01, 2010

Humor y arquitectura


"Autora: María Fullaondo; publicado en soitu.es en abril de 2009"

El Museo de la Moneda de París (Museo de La Monnaie) acoge estos días la mayor retrospectiva llevada a cabo hasta el momento del artista americano, David Lachapelle. Fue durante la preparación de una clase de dibujo sobre contexto y significado cuando topamos con este artista.

El interés que despertó en mi fue muy similar al que provocó en los alumnos. A pesar de enseñar todo tipo de referencias y trabajos muy diversos, con una calidad comparable al del americano, fue la obra de Lachapelle la que suscitó verdadera fascinación entre los alumnos. El porqué se puede explicar de múltiples maneras y desde luego no es una consecuencia de un único factor. Pero de entre todos los aspectos destacables, fue la utilización del humor como recurso para la crítica inteligente el que me propongo abordar. El arte, la pintura, fotografía cine, escultura etc… está plagado de ejemplos que recurren al sentido de humor creativo y perspicaz como estrategia para la comunicación de un determinado mensaje. La misma idea o concepto puede ser abordada de modos muy variados, determinando respuestas muy diferentes. Pensemos por ejemplo en el trabajo de otro fotógrafo americano, Joel Peter Witkin. En el trabajo de ambos artistas se manifiestan numerosos puntos de encuentro a pesar de que cada uno de ellos opte por caminos antagónicos. En este sentido, al observar las reacciones de los alumnos e incluso la mía al contemplar algunas de las fotografías de Lachapelle, recordé la última y magnifica película de Sam Mendes “Revolutionary Road” (estrenada hace apenas un mes) que me tuvo noqueada durante bastante tiempo. Si la comparamos con otra película del mismo director , “American Beauty”, podríamos decir que el mensaje de ambas es prácticamente el mismo. Pero si en American Beauty la reflexión se hace a través del humor y la mordacidad en la última, la realidad se nos presenta crudamente, optando por la casi completa desaparición del cualquier rasgo humorístico e irónico. Confieso, que está última me ha costado bastante digerirla.
Todo ello me hizo pensar en la arquitectura y la escasez de ejemplos que provocan una sonrisa al contemplarlos, aunque sea a través de fotografías. La ironía, el humor, la provocación, lo aparentemente absurdo, la diversión, la paradoja, la descontextualización, etc… a pesar de su probada capacidad para la comunicación no son recursos utilizados de manera habitual y constante entre los arquitectos. A diferencia de lo que ocurre con otras disciplinas artísticas, la aplicación de estos recursos no es tan inmediata y se corre el riesgo de caer en la repetición absurda o la anécdota.

En Nueva York, a principios de los años 70, se fundó SITE, un colectivo de arquitectos que se propusieron abordar la arquitectura como arte. El verdadero motor de su trabajo no se limitaría a meras incursiones esporádicas en el mundo artístico, por el contrario, su concepción estriba en la completa y total integración y conexión entre arte y la arquitectura. De hecho, al observar cualquiera de sus obras uno no tiene muy claro si está ante un edificio, una instalación pública o una exposición. Dos años después de su formación, reciben el encargo de la empresa BEST Products, la mayor cadena de venta por catálogo estadounidense, que les proporcionaría el marco idóneo para poner en práctica toda su filosofía.
El recurso principal de toda su producción es casi siempre el mismo: el juego o la inversión de significados en aspectos, elementos y conceptos arquitectónicos hasta ese momento incuestionables. Aquello que en el mundo arquitectónico parecía inamovible era transformando por este grupo de arquitectos con una frescura casi insolente alcanzando una arquitectura completamente diferente de lo que se había hecho hasta el momento. Fachadas que se doblaban y se despegaban de su soporte sugiriendo la inversión de procesos constructivos, edificios rotos y descompuestos, fachadas separadas del resto del edificio creando zonas independientes y aisladas, puentes que se sumergían en el agua, aparcamientos con los coches cubiertos por asfalto, planos verticales estáticos y tectónicos se fusionaban en una cascada de agua etc… Todo ello unido a una lectura muy acida y certera del estado de la arquitectura y sociedad del momento recurriendo a la introducción de elementos directos fácilmente reconocibles por cualquier público (en este sentido es una arquitectura absolutamente pop), les convirtieron en una nueva referencia de cómo se podía hacer otra arquitectura.

El aplauso de la crítica fue casi unánime. Pero, no supieron mantener el nivel de tensión, poco a poco comenzaron a desvanecerse, perdiendo esa capacidad de provocación, sorpresa e ironía y sus proyectos actuales poco tienen que ver con aquellos que les hicieron tan famosos. Ahora bien, han sido y siguen siendo una fuente de inspiración para muchos de arquitectos contemporáneos. Entre otros, algunos de los proyectos actuales más teóricos del célebre estudio holandés MVRDV son una herencia directa del grupo americano. En este sentido, poco importa la actual calidad arquitectónica/artística de SITE, su atrevimiento y cuestionamiento de muchos de los principios “universales” de la tradición moderna es mas que suficiente. Muy pocos son los arquitectos que pueden enorgullecerse de haber favorecido la apertura de nuevos caminos para el desarrollo de la arquitectura, al margen de estar o no equivocados. Y si es con cierto sentido del humor, muchísimo mejor.

miércoles, abril 28, 2010

Antipático, pero libre y artista.


"Autor: Luis de la Cuadra; escrito (pero no publicado) para soitu.es en marzo de 2009"

Se ha montado un buen revuelo por la decisión del Ministerio de Cultura español de conceder la Medalla de Oro al mérito de las Bellas Artes a Francisco Rivera Ordóñez. Los medios de comunicación nos muestran un vodevil de toreros famosos donde podríamos descubrir una bofetada al poder y a la tolerancia.

No se trata hoy de la típica polémica de si las corridas de toros son cultura, Arte, o si sufre el toro. Para no engañar a nadie, aclaro que no soy experto aunque siga con cierto interés el mundo de los toros. Creo que a veces el toreo es un Arte relacionado con la armonía, el movimiento, la fuerza, la geometría, la vida y la muerte. Otras es una carnicería o un espectáculo peligroso. Depende del toro y de la calidad e inspiración del torero.

Aunque la información sobre el asunto se encuentra disponible en Internet, sintetizo lo ocurrido:
1. El 20 de febrero de 2009, el Ministerio de Cultura del gobierno de España le concede la Medalla de Oro al mérito de Bellas Artes a Francisco Rivera Ordóñez.
2. Morante de la Puebla considerado por muchos especialistas como artista del toreo, se atreve a decir que aunque todos los toreros tienen mérito por ponerse delante de un toro, no todos son artistas. Y que si se trata de un importante reconocimiento, esta concesión le parecía una vergüenza.
3. Al ser el homenajeado un protagonista habitual de titulares de prensa del cotilleo, aparecen familiares, amigos, compañeros de profesión, famosos y famosillos defendiendo con mayor o menor elegancia (según sus capacidades) el honor mancillado. Mientras el sonriente defendido agradece una medalla que entiende como reconocimiento a su trayectoria, dedicación y esfuerzo.
4. Los toreros Paco Camino y José Tomás, grandes figuras del arte del toreo y triunfadores en numerosas faenas a lo largo de sus respectivas trayectorias, devuelven las Medallas de Oro que en su día les fueron concedidas por el Ministerio de Cultura, con una carta en la que dicen que lo hacen por vergüenza torera y desde el convencimiento de que velando por el prestigio de lo que aman y respetan hacen un bien al arte de torear. Aclaran que estas medallas no merecen el lugar de honor que ocupan en sus recuerdos otros reconocimientos que sí son muestras de comprensión hacia su labor artística.

El gesto de estos dos reconocidos artistas es profundamente teatral, relacionado con su arte del toreo. Ha provocado reacciones que van desde el ¡Ole, maestro!, hasta la crítica a su falta de compañerismo. Quizá estos toreros respetaron mucho la Medalla al mérito de de las Bellas Artes, tal vez su desplante sirva para que alguien revise los criterios para su adjudicación y en el futuro mejore la calidad de los premiados. Por lo extrapolable de su proceder a otros campos del Arte, es interesante tratar de interpretar su comportamiento.

Estos artistas, defienden lo que consideran “su” arte. Lo defienden con valentía (quizá exigible sólo a toreros) oponiéndose tanto al Poder político como al de los fans de la opinión pública. Se crean enemigos, o ponen a otros artistas en la incómoda situación de tener que decidir, sin obtener beneficio personal. Sus admiradores no les pueden admirar más (Paco Camino está retirado y José Tomás es Dios cuando cita al toro). Es muy probable que su actitud chirríe en una sociedad acomodada y acostumbrada al buen rollo. Ellos se ven en un lugar, su opinión tiene un valor, y es muy superior a la del resto. Percibir esto es muy duro cuando uno está en ese “resto”, se considera una arrogancia intolerable y se reacciona con descalificaciones personales, o con una sonriente tolerancia hacia los extravagantes actos de esos locos. Se trata más de un bálsamo para atenuar el escozor de la verdad que de verdadera educación o elegancia. Deberíamos exigir que hablen, que se expongan, que arriesguen oponiéndose a aquello con lo que no están de acuerdo.

No olvidemos que honores como la Medalla de Oro al mérito de las Bellas Artes son el reconocimiento de la sociedad hacia sus artistas. Es la sociedad la que agradece, no el artista quien debe agradecer el homenaje. El trabajo de un artista tiene una trayectoria, un aprendizaje, un trabajo y una evolución. Todo ese recorrido no lo realiza para la sociedad, ni para su público ni para su reconocimiento o fama. Lo realiza para él, para su Arte, porque entiende que así debe ser o porque “Dios lo ve” (libro recomendable de Oscar Tusquets). A pesar de este profundo egoísmo del trabajo artístico, es el individuo perteneciente a la sociedad quien disfrutará su obra, en la ciudad, en museos, exposiciones, lecturas o cualquier otra circunstancia. ¿Es demasiado pedir una medalla y escuchar?.

Además los premiados son utilizados por los patrocinadores del premio su escaparate. En el caso de premios públicos, se les muestra como representantes de la sociedad “de sus valores democráticos, de convivencia”… y blablablá. Así la calidad de los premios Nobel, se reconoce por la categoría de sus premiados, no de los premios en sí. Lo mismo ocurre con los PritzKer, Los Oscar, los Príncipe de Asturias, los de los Goya o los del Balón de Oro. La calidad de los premiados define a los propios premios. Nada es tan importante como que a la hora de premiar, el trofeo se vea bien en las fotos.

No nos dejemos engañar por el vodevil y por la vicepresidenta del gobierno echando culpas al jurado y pasando la afrenta a la sociedad. La actitud de los dos toreros ha sido tan valiente como lo fue la de Paco Umbral describiendo cómo tiraba a su piscina los libros que no le parecían dignos, o cómo ridiculizó a Mercedes Milá cuando en su programa afirmó (cocido como un piojo), que había ido a hablar de su libro, no a que le exhibieran.

domingo, abril 25, 2010

De Calatrava, la vaca lechera y la SGAE


"Autor: Diego Fullaondo; publicado en soitu.es en marzo de 2009"

Es un tema delicado este de los derechos de autor.
Parece ser que Calatrava le ha ganado el juicio al Ayuntamiento de Bilbao por alterar su pasarela añadiéndole sin su consentimiento un nuevo ramal que facilita el acceso a las torres de Arata Isozaki. A pesar de ello, la propia sentencia le pega un severo rapapolvos al valenciano al reducir la indemnización que solicitaba de 3 millones de euros a 30.000, y calificar el importe de su reclamación de “total y absolutamente desproporcionado” que solo se explica “por una autocomplacencia intolerable y desmedida del actor en el contenido del derecho moral sobre la obra terminada”.
También parece ser que el Ayuntamiento de Madrid ha retirado una vaca de la Cow Parade que en este momento invade el centro de la capital, debido a una carta-aviso de demanda realizada en nombre de los herederos del autor de la famosa cancioncilla “Tengo una vaca lechera”. El delito del rumiante es estar empapelado con fragmentos de la partitura del ilustre tema musical que la irresponsable artista se había bajado de internet.
Y la SGAE, además de estar metida en todos los “fregaos”, me ha cobrado una pasta por los CDs que acabo de enviar a la contrata donde se detallaba el despiece definitivo del cerramiento de deployé del edificio que estamos construyendo en Antequera.
La verdad es que es muy difícil ponerle precio a las ideas. La ley del mercado, de la oferta y la demanda, que ha gobernado firmemente (hasta hace unos meses) la cuantificación económica de nuestras vidas, se muestra especialmente débil al aplicarse a aquello que aun no existe y que nadie es consciente de haber solicitado. Intuyo que esto no es más que otro síntoma de que el patrón dinero está agotado como unidad de medida para establecer una valoración de la actividad humana. Pero el tema desborda ampliamente mi capacidad y conocimiento, así que intentemos comentar los casos que han coincidido hoy en mi cabeza.
Lo de Calatrava es muy raro. Por una parte a todos los arquitectos nos viene a la memoria el celebérrimo alegato de Howard Roark en el final de “El Manantial”. Pero por otra, creo que en este caso, estamos ante una situación de naturaleza mucho más prosaica. Una vez que Calatrava ha tenido la oportunidad de concluir y cobrar el trabajo para el que fue contratado, ¿qué es lo que reclama ahora?; ¿entiende que su obra es tan excelsa que nunca jamás podrá ser modificada en ningún sentido? Leyendo su pasarela exclusivamente en los términos “artísticos” que le son tan queridos al valenciano: ¿si yo me compro un Tapies mañana, tengo derecho o no a pintarrajearlo o a quemarlo si me da la gana? Probablemente yo sería imbécil, pero no creo que, encima de serlo, le deba más dinero al pintor catalán. Si el Ayuntamiento de Bilbao estimó conveniente hacer algunas modificaciones en la infraestructura que contrató, recibió y pagó a Don Santiago, sus razones tendría. Y si los responsables municipales aciertan o no, si son imbéciles o no, competerá en todo caso a los bilbaínos decidirlo y manifestarlo por los conductos que nuestro sistema ha articulado para ello. Pero lo de pedir 3 millones de euros (dicen que 5 veces más de lo que supusieron sus honorarios profesionales) me parece simplemente surrealista.
Las modificaciones, reformas, adecuaciones e incluso sustituciones de obras de arquitectura (y no digamos de ingeniería como es el caso) no son solo habituales sino tremendamente necesarias y enriquecedoras. Se hace (demasiado poco a mi entender) con obras del pasado lejano y de calidad contrastada, ¿cómo no vamos a tener el derecho y la obligación de hacerlo con las de antesdeayer? Lo que parece mentira que haya que recordar a estas alturas de la película a los autoproclamados artistas, es que es muy dudoso y peligroso para sus pretensiones de pasar a la posteridad, hacer recaer todo el valor de su obra en el “estilillo” personal de una barandilla.
Pero como ha ganado el juicio, nuestro internacional ingeniero, se declara “satisfecho”. Pues eso. Que tomen nota los futuros posibles clientes del superhombre. Cuidadito con hacerle una mínima sombra a una esquina de sus maravillosas obras, porque, además de estropear una composición destinada, no a usted sino a la posteridad, les va a caer una demanda de tres pares de narices.
Por si esto fuera poco, en el caso de la vaca, se añade a la discusión el derecho de herencia. Por si no fuera suficientemente discutible el derecho del propio autor de una cancioncilla popular a cobrar por la reproducción de fragmentos de su partitura (lógicamente ilegible e incomprensible para la mayoría de los mortales; ¡la vaca ni siquiera mugía la canción en cuestión!), aparecen los herederos dispuestos a hacer caja a costa del trabajo de su antepasado. El Ayuntamiento de Madrid, aterrorizado ante la posibilidad de otro gasto, ha retirado de la procesión a la vaca deudora. Increíble.
No lo recuerdo con precisión (y me disculpo si me equivoco), pero creo que fue el propio Calatrava el que pretendió también cobrar vía judicial por la utilización de fotografías en las que aparecían sus edificios. En aquella ocasión, perdió.
La SGAE que, por designación divina supongo, representa a todos los que, en mayor o menor medida, nos dedicamos a actividades vinculadas con la creación, va a terminar con el poquito prestigio que nos queda. Manejan un único argumento, a su entender irrefutable: Si no protegemos los derechos (dinerarios se sobreentiende, ellos solo conocen esos) de los autores, desaparecerá la actividad creativa de la sociedad. Cuidadín, cuidadín:
- El arte, la actividad creativa, la música, el cine, etc… son ligeramente anteriores a la SGAE, y su existencia está mucho más fundamentada en una personal, fatal e ineludible necesidad humana, que en la retribución económica del trabajo.
- En cualquier caso, si esta necesidad tendiera a desaparecer, como pudiera desaparecer algún día la tiranía del dormir o del comer, sería absurdo intentar prolongar su agonía cobrando por ello. Si algún día sobra, pues a otra cosa mariposa. Personalmente opino que, a pesar de los esfuerzos de la SGAE en sentido contrario, nos quedan muchos años de gente dedicada a lo artístico. Simplemente porque no pueden evitarlo (como las amistades peligrosas, sí).
- Yo sí me creo a los músicos cuando afirman que no hay nada como el directo. La auténtica retribución del artista es doble: en primer lugar la íntima convicción de que ha creado algo por si mismo; y en segundo lugar, comprobar que esa creación personal, es apreciada en alguna medida por sus congéneres. Aquellos que desarrollan su actividad creativa desde otros parámetros, quedan perfectamente retratados en la calidad real de su obra, más allá de modas y marketing. Por otra parte, su desaparición puede resultar incluso muy beneficiosa para la sociedad en su conjunto.
- Y finalmente, señores de la SGAE: nos ha costado muchos años llegar a vislumbrar un posible nuevo mundo digital; sus características aun no están claras y de momento, es cierto, está plagado de oportunismo, improvisación y alegalidad, que producen pocos o ningún beneficio; difícilmente podría ser de otra forma; pero creo sinceramente que, si existe una posibilidad de avanzar, será seguro por este camino. Por favor, queridos inquisidores, digo, autores: no lo torpedeen por un miserable puñado de monedas de oro.