miércoles, abril 28, 2010

Antipático, pero libre y artista.


"Autor: Luis de la Cuadra; escrito (pero no publicado) para soitu.es en marzo de 2009"

Se ha montado un buen revuelo por la decisión del Ministerio de Cultura español de conceder la Medalla de Oro al mérito de las Bellas Artes a Francisco Rivera Ordóñez. Los medios de comunicación nos muestran un vodevil de toreros famosos donde podríamos descubrir una bofetada al poder y a la tolerancia.

No se trata hoy de la típica polémica de si las corridas de toros son cultura, Arte, o si sufre el toro. Para no engañar a nadie, aclaro que no soy experto aunque siga con cierto interés el mundo de los toros. Creo que a veces el toreo es un Arte relacionado con la armonía, el movimiento, la fuerza, la geometría, la vida y la muerte. Otras es una carnicería o un espectáculo peligroso. Depende del toro y de la calidad e inspiración del torero.

Aunque la información sobre el asunto se encuentra disponible en Internet, sintetizo lo ocurrido:
1. El 20 de febrero de 2009, el Ministerio de Cultura del gobierno de España le concede la Medalla de Oro al mérito de Bellas Artes a Francisco Rivera Ordóñez.
2. Morante de la Puebla considerado por muchos especialistas como artista del toreo, se atreve a decir que aunque todos los toreros tienen mérito por ponerse delante de un toro, no todos son artistas. Y que si se trata de un importante reconocimiento, esta concesión le parecía una vergüenza.
3. Al ser el homenajeado un protagonista habitual de titulares de prensa del cotilleo, aparecen familiares, amigos, compañeros de profesión, famosos y famosillos defendiendo con mayor o menor elegancia (según sus capacidades) el honor mancillado. Mientras el sonriente defendido agradece una medalla que entiende como reconocimiento a su trayectoria, dedicación y esfuerzo.
4. Los toreros Paco Camino y José Tomás, grandes figuras del arte del toreo y triunfadores en numerosas faenas a lo largo de sus respectivas trayectorias, devuelven las Medallas de Oro que en su día les fueron concedidas por el Ministerio de Cultura, con una carta en la que dicen que lo hacen por vergüenza torera y desde el convencimiento de que velando por el prestigio de lo que aman y respetan hacen un bien al arte de torear. Aclaran que estas medallas no merecen el lugar de honor que ocupan en sus recuerdos otros reconocimientos que sí son muestras de comprensión hacia su labor artística.

El gesto de estos dos reconocidos artistas es profundamente teatral, relacionado con su arte del toreo. Ha provocado reacciones que van desde el ¡Ole, maestro!, hasta la crítica a su falta de compañerismo. Quizá estos toreros respetaron mucho la Medalla al mérito de de las Bellas Artes, tal vez su desplante sirva para que alguien revise los criterios para su adjudicación y en el futuro mejore la calidad de los premiados. Por lo extrapolable de su proceder a otros campos del Arte, es interesante tratar de interpretar su comportamiento.

Estos artistas, defienden lo que consideran “su” arte. Lo defienden con valentía (quizá exigible sólo a toreros) oponiéndose tanto al Poder político como al de los fans de la opinión pública. Se crean enemigos, o ponen a otros artistas en la incómoda situación de tener que decidir, sin obtener beneficio personal. Sus admiradores no les pueden admirar más (Paco Camino está retirado y José Tomás es Dios cuando cita al toro). Es muy probable que su actitud chirríe en una sociedad acomodada y acostumbrada al buen rollo. Ellos se ven en un lugar, su opinión tiene un valor, y es muy superior a la del resto. Percibir esto es muy duro cuando uno está en ese “resto”, se considera una arrogancia intolerable y se reacciona con descalificaciones personales, o con una sonriente tolerancia hacia los extravagantes actos de esos locos. Se trata más de un bálsamo para atenuar el escozor de la verdad que de verdadera educación o elegancia. Deberíamos exigir que hablen, que se expongan, que arriesguen oponiéndose a aquello con lo que no están de acuerdo.

No olvidemos que honores como la Medalla de Oro al mérito de las Bellas Artes son el reconocimiento de la sociedad hacia sus artistas. Es la sociedad la que agradece, no el artista quien debe agradecer el homenaje. El trabajo de un artista tiene una trayectoria, un aprendizaje, un trabajo y una evolución. Todo ese recorrido no lo realiza para la sociedad, ni para su público ni para su reconocimiento o fama. Lo realiza para él, para su Arte, porque entiende que así debe ser o porque “Dios lo ve” (libro recomendable de Oscar Tusquets). A pesar de este profundo egoísmo del trabajo artístico, es el individuo perteneciente a la sociedad quien disfrutará su obra, en la ciudad, en museos, exposiciones, lecturas o cualquier otra circunstancia. ¿Es demasiado pedir una medalla y escuchar?.

Además los premiados son utilizados por los patrocinadores del premio su escaparate. En el caso de premios públicos, se les muestra como representantes de la sociedad “de sus valores democráticos, de convivencia”… y blablablá. Así la calidad de los premios Nobel, se reconoce por la categoría de sus premiados, no de los premios en sí. Lo mismo ocurre con los PritzKer, Los Oscar, los Príncipe de Asturias, los de los Goya o los del Balón de Oro. La calidad de los premiados define a los propios premios. Nada es tan importante como que a la hora de premiar, el trofeo se vea bien en las fotos.

No nos dejemos engañar por el vodevil y por la vicepresidenta del gobierno echando culpas al jurado y pasando la afrenta a la sociedad. La actitud de los dos toreros ha sido tan valiente como lo fue la de Paco Umbral describiendo cómo tiraba a su piscina los libros que no le parecían dignos, o cómo ridiculizó a Mercedes Milá cuando en su programa afirmó (cocido como un piojo), que había ido a hablar de su libro, no a que le exhibieran.

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