Fábricas de cultura, lugares de producción cultural y espacios políticamente correctos
"Autor: Luis de la Cuadra; publicado en soitu.es en marzo de 2008"
Termina esta semana el plazo de inscripción para participar en el concurso para la adaptación de dos naves del Matadero de Madrid a su nuevo uso: acercar la vanguardia cultural al ciudadano. Cabe suponer que en pocas semanas disfrutemos de las propuestas presentadas y en algunos meses, de nuevos espacios en el Matadero.
Sorprende la aparición simultánea de este tipo de espacios en diversas ciudades de España. Parece que estamos en época de “acercamientos culturales”, luego vendrá la fresa y la seta, ó el deporte y la filosofía, pero hoy, toca cultura.
Hace tiempo que disponemos de bibliotecas, museos ó salas de conciertos subvencionados, estos conceptos resultan ya obsoletos. Es preciso conseguir que el observador, el aprendiz o el interesado se aproxime y participe del proceso creativo, de una forma inmediata, fresca y sin esfuerzo (sin malditas barreras culturales). O al menos así nos lo venden. Han aparecido centros culturales con este sello por muchas ciudades.
El pasado mes de febrero, Jesús Carrillo participó en una charla_conferencia_mesa redonda en el Centro Intermediae/Prado (vinculado al centro Matadero) donde defendió un borrador que previamente había puesto a disposición en le red. Proponía como ejemplos paradigmáticos de este tipo de espacios el Matadero de Madrid, la Laboral de Gijón y la Tabacalera de San Sebastián. No parecía partidario, y aparentaba estar sorprendido de que le invitasen a exponer sus argumentos. Resultó interesante atender a diversas voces de forma razonablemente organizada rebatiendo, alabando o auto-escuchándose según los casos. El acto fue presentado por Marcos García y aparentemente moderado/animado por Jordi Claramente. Se celebró a escasos veinte metros del Centro Cultural Caixa Forum, que en esas fechas era inaugurado. Toda una pomada cultural muy concentrada. Se hablaba del Procomún cultural, de la participación social, de lo contemporáneo, de la cultura visual (supongo que siendo visual excluye el pensamiento), de la colectivización del proceso creativo. Muy interesante.
Yo no asistí.
Todas estas cuestiones, están disponibles en la red, buscando poco, aparecen. Luego en el blog tecnocidanos de Antonio Lafuente, comprendí la necesidad de que las grabaciones de video de estos actos se realicen con tomas en movimiento sobre una disposición circular de los asistentes, que aparezca no solo el conversador sino también el oyente, pues puede también convertirse en orador.
De forma cuasi paralela, se celebraba ARCO, donde se exponía de forma abiertamente comercial (¿repugnante?) la obra de los artistas actuales incorporados al mercado. Aparte de todo lo ofrecido en televisión sobre las obras más extrañas, sorprendentes o escandalosas, en uno de los espacios de exposición observé un “artista” que estaba creando. Disponía de una pared blanca sobre la que con un carboncillo dibujaba las siluetas de los observadores que pasaban por allí y se paraban. Porque se paraban junto a la pared, y el tipo perfilaba su silueta tratando de no tocar al voluntario (con mayor o menor dificultad según el grosor del modelo). Finalmente, el curioso se retiraba y observaba su perfil (como los caricaturizados de la Plaza Mayor). El artista sonreía, ofrecía su carboncillo y (en el caso que vi) el modelo se dibujaba un pene, marcando bien el prepucio, y se ponía gafas y un cigarro, ante las risas y el aplauso general. No volví otro día para ver el resultado final de la obra y del artista.
Buscamos acercar el proceso creativo al ciudadano, hacerle partícipe de la producción y así impregnar al creador de los valores de la sociedad. Sabemos que la incorporación del bohemio individualista en una corporación de “artistas” de distintos campos, enriquece su obra y por tanto nos enriquece como sociedad. Son imprescindibles estos espacios de mestizaje de conocimiento. Si alguien entona un argumento contrario a esta vanguardia será anulado con descalificaciones personales, y frases hechas echadas sobre los manido de su discurso (será católico, facha, aznarista, proguerrerodeirak, y fumador).
El protagonista en este espacio, se sentirá arropado por el público, con el poder del agitador de masas y la autoridad que obtiene como representante de la voz del pueblo. Los actores de estos laboratorios de creación tendrán ese aire sucio, de melena quemada y acumulación de símbolos, de forma tal que no se pueda pensar que esos jipis son los de de Espe, ni del pp. En modo alguno son manipulables. Los espacios se caracterizarán por su escenografía precaria, de movimiento constante y brutal. Materiales salvajes, inacabados industriales que huyan de las comodidades burguesas. Domesticaremos a los ocupas, para poder ver qué hacen sin miedo a que te atraquen, crearemos el zoológico urbano seguro.
La calle no existe, la red no existe, el 2.0 no existe, el espacio que necesitamos es el de las asambleas sindicales de hace cien años. Porque el creador es imbécil, vive en su mundo y no se entera; y luego vete a saber por dónde sale.
Así que ale, a darle espacios a las fábricas de cultura.
Termina esta semana el plazo de inscripción para participar en el concurso para la adaptación de dos naves del Matadero de Madrid a su nuevo uso: acercar la vanguardia cultural al ciudadano. Cabe suponer que en pocas semanas disfrutemos de las propuestas presentadas y en algunos meses, de nuevos espacios en el Matadero.
Sorprende la aparición simultánea de este tipo de espacios en diversas ciudades de España. Parece que estamos en época de “acercamientos culturales”, luego vendrá la fresa y la seta, ó el deporte y la filosofía, pero hoy, toca cultura.
Hace tiempo que disponemos de bibliotecas, museos ó salas de conciertos subvencionados, estos conceptos resultan ya obsoletos. Es preciso conseguir que el observador, el aprendiz o el interesado se aproxime y participe del proceso creativo, de una forma inmediata, fresca y sin esfuerzo (sin malditas barreras culturales). O al menos así nos lo venden. Han aparecido centros culturales con este sello por muchas ciudades.
El pasado mes de febrero, Jesús Carrillo participó en una charla_conferencia_mesa redonda en el Centro Intermediae/Prado (vinculado al centro Matadero) donde defendió un borrador que previamente había puesto a disposición en le red. Proponía como ejemplos paradigmáticos de este tipo de espacios el Matadero de Madrid, la Laboral de Gijón y la Tabacalera de San Sebastián. No parecía partidario, y aparentaba estar sorprendido de que le invitasen a exponer sus argumentos. Resultó interesante atender a diversas voces de forma razonablemente organizada rebatiendo, alabando o auto-escuchándose según los casos. El acto fue presentado por Marcos García y aparentemente moderado/animado por Jordi Claramente. Se celebró a escasos veinte metros del Centro Cultural Caixa Forum, que en esas fechas era inaugurado. Toda una pomada cultural muy concentrada. Se hablaba del Procomún cultural, de la participación social, de lo contemporáneo, de la cultura visual (supongo que siendo visual excluye el pensamiento), de la colectivización del proceso creativo. Muy interesante.
Yo no asistí.
Todas estas cuestiones, están disponibles en la red, buscando poco, aparecen. Luego en el blog tecnocidanos de Antonio Lafuente, comprendí la necesidad de que las grabaciones de video de estos actos se realicen con tomas en movimiento sobre una disposición circular de los asistentes, que aparezca no solo el conversador sino también el oyente, pues puede también convertirse en orador.
De forma cuasi paralela, se celebraba ARCO, donde se exponía de forma abiertamente comercial (¿repugnante?) la obra de los artistas actuales incorporados al mercado. Aparte de todo lo ofrecido en televisión sobre las obras más extrañas, sorprendentes o escandalosas, en uno de los espacios de exposición observé un “artista” que estaba creando. Disponía de una pared blanca sobre la que con un carboncillo dibujaba las siluetas de los observadores que pasaban por allí y se paraban. Porque se paraban junto a la pared, y el tipo perfilaba su silueta tratando de no tocar al voluntario (con mayor o menor dificultad según el grosor del modelo). Finalmente, el curioso se retiraba y observaba su perfil (como los caricaturizados de la Plaza Mayor). El artista sonreía, ofrecía su carboncillo y (en el caso que vi) el modelo se dibujaba un pene, marcando bien el prepucio, y se ponía gafas y un cigarro, ante las risas y el aplauso general. No volví otro día para ver el resultado final de la obra y del artista.
Buscamos acercar el proceso creativo al ciudadano, hacerle partícipe de la producción y así impregnar al creador de los valores de la sociedad. Sabemos que la incorporación del bohemio individualista en una corporación de “artistas” de distintos campos, enriquece su obra y por tanto nos enriquece como sociedad. Son imprescindibles estos espacios de mestizaje de conocimiento. Si alguien entona un argumento contrario a esta vanguardia será anulado con descalificaciones personales, y frases hechas echadas sobre los manido de su discurso (será católico, facha, aznarista, proguerrerodeirak, y fumador).
El protagonista en este espacio, se sentirá arropado por el público, con el poder del agitador de masas y la autoridad que obtiene como representante de la voz del pueblo. Los actores de estos laboratorios de creación tendrán ese aire sucio, de melena quemada y acumulación de símbolos, de forma tal que no se pueda pensar que esos jipis son los de de Espe, ni del pp. En modo alguno son manipulables. Los espacios se caracterizarán por su escenografía precaria, de movimiento constante y brutal. Materiales salvajes, inacabados industriales que huyan de las comodidades burguesas. Domesticaremos a los ocupas, para poder ver qué hacen sin miedo a que te atraquen, crearemos el zoológico urbano seguro.
La calle no existe, la red no existe, el 2.0 no existe, el espacio que necesitamos es el de las asambleas sindicales de hace cien años. Porque el creador es imbécil, vive en su mundo y no se entera; y luego vete a saber por dónde sale.
Así que ale, a darle espacios a las fábricas de cultura.
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