jueves, mayo 06, 2010

Semana Santa en Andalucía: una auténtica fiesta.


"Autor: Javier Boned; publicado en soitu.es en abril de 2009"

Las ciudades andaluzas esperan impacientemente a lo largo de todo un año estos días de Primavera donde se celebra la Semana Santa. En ciudades como Sevilla y Málaga la vistosidad y grandiosidad de las imágenes y el tamaño descomunal de los “pasos” o “tronos” que deambulan por sus calles les hace especialmente espectaculares. ¿De donde viene esta genuina y ancestral tradición? ¿Es posible entender religiosamente una actividad que llega a convertirse sin duda en la festividad más importante del año? En Málaga en concreto la ciudad se engalana hasta sus últimos rincones, las fachadas se adornan, las calles principales se convierten en enormes graderíos y los malagueños se disponen a afrontar unas agotadoras jornadas de deriva urbana. Los “tronos”, absolutamente pulcros y engalanados se preparan para depositar sus toneladas de madera y pan de oro sobre cientos de mozos que a duras penas podrán terminar el recorrido sin sufrir enormes magulladuras, y terminar absolutamente derrengados. Desde luego, no deja de ser un peculiar sentido de lo religioso lo que mueve esta fiesta, un extraño poder impregnado de magia, de sensaciones y de olores penetrantes.
La ciudad se transforma, huele a incienso a todas horas, se escucha el silencio entre la muchedumbre, roto intermitentemente por esa insistente y repetitiva música de clarines y trompetas, y el obsesivo ritmo de los tambores. Los cirios de los cientos de nazarenos con sus fantasmagóricos capirotes dejarán una huella en el asfalto que durará semanas, kilos de cera quemada que supondrán un peligro permanente para los motoristas despistados, al menos durante un mes.
Esta actividad autofinanciada por las diferentes cofradías o hermandades, supone un alto nivel de participación ciudadana, que soporta sus propios gastos durante todo el año, implicándose sin reservas en el mantenimiento y puesta al día de sus imágenes religiosas y la parafernalia que las rodea. Nadie podrá hablar de subvenciones en la Semana Santa. Y si llueve, todo se irá al garete y a esperar el año siguiente, pues el riesgo de estropear la imagen del Cristo o de la Virgen estará muy por encima de cualquier otra consideración. La Semana Santa es una fiesta inigualable. Es un carnaval de sombreros picudos y olor a incienso, que ha cambiado la salsa por la música de banda pero que tiene una idéntica capacidad embriagadora. Los bares de la ciudad echan humo y el Jueves Santo es el día más rentable del año.
La Semana Santa andaluza es un fenómeno alucinante, toitalmente diferente a cualquier otro, absolutamente peculiar. Es difícil describir la magia de las imágenes religiosas “flotando” a ritmo de tambor por entre calles de anchura imposible, o entrando y saliendo inquietantemente por el ancho justo de la puerta de su Hermandad o Cofradía. Se puede llegar a pensar que durante todo el año la ciudad es un mudo escenario que se está preparando tan sólo para poder vibrar con inntensidad en cada esquina, en cada recodo, en cada barrio, cuando llega su Semana Santa.
Para alguien de Madrid como yo, donde las imágenes religiosas son totalmente austeras y van por las calles sobre vehículos rodados camuflados, esta cultura no dejará nunca de intrigarme y supondrá siempre una actividad tremendamente interesante.

0 Comments:

Publicar un comentario

<< Home