domingo, mayo 02, 2010

LA ESCALA DE LA CRISIS


"Autora: María Asunción Salgado; publicado en soitu.es en abril de 2009"

Al contrario de otras disciplinas, para la arquitectura el tema de la escala es esencial. Eso no significa que para otras actividades no sea importante, es más bien que para los arquitectos el concepto de escala encierra muchos más matices.
Cuando hablamos de escala no solo nos referimos al tamaño de las cosas, sino que hacemos extensivo este concepto a temas de percepción, representación e imagen comparada.
Un economista podría decir que no le cuento nada nuevo pero este asunto de la escala se asemeja bastante a lo que ocurre con esta crisis. No pretendo frivolizar con una realidad que angustia a millones de personas pero podemos decir que hay dos percepciones distintas con las que mirar este fenómeno: la macro y la micro escala.
Al microscopio la crisis resulta más terrible al percibir el drama de miles de familias cuya situación es desesperada. Sin embargo a una escala mayor, existe la sensación de que se nos está brindando una oportunidad para iniciar una operación de depuración general.
Hay una frase que se repite como un mantra en estos tiempos que corren: “de las crisis se sale reforzado”, cosa que es verdad porque cuando se ha tocado fondo es inevitable pasar a algo mejor, pero además existe la constatación de que el camino elegido no ha sido el adecuado, lo que implica un proceso de regeneración interna. Regeneración de los estamentos económicos, políticos y sociales, pero sobre todo, una regeneración de la propia imagen.
Esta renovación moral es extensiva a la idea de ciudad y a la arquitectura, a sabiendas de que cualquier operación de regeneración ha de pasar por alto la micro-escala. ¡Que hubiera sido del París de Haussmann sin obviarla!
Centrémonos en el panorama nacional y en la corta historia de nuestra prosperidad. Haciendo examen de conciencia, ese supuesto boom económico que vivía España basado en el ladrillo, no solo ha acabado con nuestras costas y con los entornos naturales, sino que además ha atentado directamente contra el concepto de arquitectura española.
La verdad es que en este aspecto no hemos sido conscientes del drama que esto supone. Desde que comenzó la especulación inmobiliaria en este país, ha sido escasa la arquitectura a rescatar de entre un universo de construcciones, teniendo en cuenta el volumen edificado.
Cuando a mediados de los ochenta el precio del suelo comenzó una escalada vertiginosa, la construcción se convirtió en uno de los negocios más rentables. En esos momentos, era muy triste observar, especialmente desde las escuelas de arquitectura, como la mayor parte de los proyectos reseñables se construían fuera de nuestras fronteras o eran obras del pasado. Unida a esta fiebre surgió un furor conservacionista que motivó la rehabilitación masiva de edificios de dudoso interés, lo que dejó algunas ciudades como Madrid huérfana de los emblemas arquitectónicos de una época.
La arquitectura comenzaba a ser presa de la construcción, cuyos valores aunque no lo parezca, difieren diametralmente en lo esencial.
Pudo parecer que esta etapa llegó a su fin coincidiendo con las Olimpiadas y la Expo del 92, produciéndose de nuevo una crisis en el sector. Pero esa crisis no fue lo suficientemente profunda como para reconducir las cosas, aunque desde sectores más cercanos a la arquitectura comenzaron a producirse algunos cambios.
Acostumbrados a este clima de ladrillazo, a finales de los noventa y a comienzos de este siglo, comenzaron a realizarse algunas arquitecturas interesantes gracias al excedente económico del que gozaban los gobiernos municipales y autonómicos, pero sobre todo a que las inversiones en educación de las primeras décadas de la democracia estaban dando sus frutos.
Por fin un rayo de luz al final del túnel; una luz que culminó en la exposición sobre arquitectura española que en 2006 organizó el MoMA.
Pero las señales volvieron a ser mal interpretadas. De nuevo las miradas se volvieron hacia el sector de la construcción en lugar de hacia la arquitectura.
Muy pocos reflexionaron acerca de esta cuestión, despreciando de nuevo el principal potencial de este país: el factor humano. Esto nos hace añorar políticas como las que se llevan a cabo en Suiza u Holanda, países que con una población 5 y 3 veces inferior a la nuestra, exportan Arquitectura de alto nivel a todo el mundo.
¿Cómo es posible que esto suceda con la cantidad de arquitectos que hay en España, el volumen de obra construida y el nivel de preparación de estos profesionales? Desgraciadamente aun no hay una respuesta única.
Ha llegado el momento de dar un paso atrás para echar un vistazo global al asunto. Está claro que el sector de la construcción necesita una reconversión, pero también la visión que la sociedad tiene con respecto a la arquitectura, con la que rara vez se siente identificada.
Como en el caso de la crisis, tal vez se trate de un problema de escala.

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