Democracia y élite
Me he encontrado últimamente en dos situaciones absolutamente dispares en las que me he tenido que enfrentar con el sustantivo “democratización” (tengo que suponer que realmente existe). Los dos casos a que me refiero están situados en el entorno de proyectos de naturaleza creativa. En ambos casos la calidad de los proyectos fue valorada en función de su mayor o menor carga “democrática”. Entendida ésta, por supuesto, como positiva. He de reconocer mi más profunda perplejidad ante las argumentaciones esgrimidas. Hablaba yo en otro contexto de la pérdida o el desplazamiento del contenido semántico de muchos vocablos, motivada, entre otras causas, por su excesiva utilización. Democracia, entiendo que puede ser un buen ejemplo de este desplazamiento.
No voy a referirme en este texto a la raíz etimológica del término, sobradamente conocida, por otra parte. No me refiero tampoco a su significado estricto como sistema político, adoptado de forma generalizada en occidente. Pero, en el contexto de la creación al que me estoy refiriendo, ¿qué se quiere decir cuando se establece que tal o cual proyecto es democrático? Más aún, ¿es realmente esta calificación condición necesaria y suficiente para constatar los valores positivos de una creación?
Humildemente, intentaré elucubrar sobre los posibles significados que los osados jueces están implantando sobre el término, y que les lleva a emitir una valoración supuestamente positiva:
- Evidentemente en una primera interpretación puede entenderse el adjetivo democrático, como mayoritario. En el ámbito de la creación, esta interpretación, no se sostiene (el cuerpo me pide decir que ningún ámbito. Pero en fin, no lo diré). Más validez (aunque desde luego no absoluta) tendría la afirmación contraria: aquello aceptado y valorado por la mayoría no suele ser más que la enésima repetición de lo ya conocido, de la costumbre, normalmente ya degenerada o deformada. Y poco o nada tiene que aportar para el presente (no digamos para el futuro).
- La aritmética parlamentaria es caprichosa, y vivimos una época en la que frente a criterios mayoritarios estrictos, la democracia puede identificarse de forma más precisa con el consenso. Tampoco creo que esta acepción encaje muy adecuadamente entre las condiciones que debe reunir una creación. La búsqueda del mínimo común múltiplo tiene más que ver con la supervivencia en épocas de hambruna, que con el progreso y el desarrollo.
- Sin embargo, al decir democrático, también pueden referirse a accesible. No entiendo bien porqué no utilizan el término preciso a que hacen referencia, pero, en fin, sigamos. La accesibilidad del proyecto o la obra, entendiendo por esto, que “llegue”, o “sea utilizado y disfrutado”, o simplemente “sea comprendido”, por el máximo número de gente posible, puede parecer, a primera vista, muy positiva. Pero me pregunto: ¿debemos rechazar todo aquello que no es accesible a todos? Dicho de otra forma, y aunque “esté feo”, citándome a mi mismo en otro ladrillito hablando de publicidad: ¿debemos simplificar el mensaje para hacerlo comunicable (accesible) o más bien se debería seguir investigando para hacer comunicables (accesibles) mensajes más complejos? La vocación de universalidad del acto creativo hace de las capacidades del receptor un hecho irrelevante para la obra, salvo que la propia naturaleza de la misma así lo requiera (p.e. juegos para niños, libros para ciegos, publicidad para “target” concretos,…) Si hablamos para tontos, al final, nos convertiremos todos en tontos. Muy accesibles todos, sí, pero tontos de baba.
- Y finalmente, podrían referirse nuestros avispados jueces a democratización, en el sentido de participación. ¿Se refieren a participación democrática en la creación? Mentira. El acto creativo el rigurosamente individual. Se pueden conformar equipos para que cada uno de sus miembros realice de una forma razonablemente organizada su propia aportación individual. Pero no existe la creación colectiva. ¿Se refieren a esas creaciones donde la participación más o menos masiva de personas, conforma la producción final? Quiero decir por ejemplo las fotografías de desnudos masivos de Spencer Tunick, o a la propia Internet. También mentira. El acto creativo de estas obras radica en su concepción, no en su ejecución. El autor prevé y se sirve de la participación de otros agentes, que no tienen más importancia en la obra final que los pigmentos de la paleta de Velázquez.
Dicho esto en las dos ocasiones en las que me topé con la hermética “democratización”, fui tachado automáticamente de “elitista”. Tampoco sé muy bien a qué se referían y no quiero cansar excesivamente a nadie. Pero si querían decir con ello que creo que el acto creativo de cualquier tipo, es intrínsecamente individual, entonces soy elitista. Además afirmo que esa creación exige un grado de talento, esfuerzo y formación importantes, y por lo tanto, supongo que soy elitista. Por otra parte, si querían decir con ello, que no creo que todo por definición, deba estar al alcance de todo el mundo, sino que un creador tiene el derecho y el deber de dirigirse a quien él estime conveniente, entiendo que eso me convierte en elitista. Es más, creo que el autor tiene incluso el derecho a exigir del receptor un esfuerzo para acceder a su obra, lo que me debe hacer de mí, un elitista de cojones.
Eso sí, élite abierta (esto puede que sea un oxímoron, pero me da igual). Élite accesible a cualquiera, no por la vía democrática, sino por la del talento, el esfuerzo y la dedicación.
No voy a referirme en este texto a la raíz etimológica del término, sobradamente conocida, por otra parte. No me refiero tampoco a su significado estricto como sistema político, adoptado de forma generalizada en occidente. Pero, en el contexto de la creación al que me estoy refiriendo, ¿qué se quiere decir cuando se establece que tal o cual proyecto es democrático? Más aún, ¿es realmente esta calificación condición necesaria y suficiente para constatar los valores positivos de una creación?
Humildemente, intentaré elucubrar sobre los posibles significados que los osados jueces están implantando sobre el término, y que les lleva a emitir una valoración supuestamente positiva:
- Evidentemente en una primera interpretación puede entenderse el adjetivo democrático, como mayoritario. En el ámbito de la creación, esta interpretación, no se sostiene (el cuerpo me pide decir que ningún ámbito. Pero en fin, no lo diré). Más validez (aunque desde luego no absoluta) tendría la afirmación contraria: aquello aceptado y valorado por la mayoría no suele ser más que la enésima repetición de lo ya conocido, de la costumbre, normalmente ya degenerada o deformada. Y poco o nada tiene que aportar para el presente (no digamos para el futuro).
- La aritmética parlamentaria es caprichosa, y vivimos una época en la que frente a criterios mayoritarios estrictos, la democracia puede identificarse de forma más precisa con el consenso. Tampoco creo que esta acepción encaje muy adecuadamente entre las condiciones que debe reunir una creación. La búsqueda del mínimo común múltiplo tiene más que ver con la supervivencia en épocas de hambruna, que con el progreso y el desarrollo.
- Sin embargo, al decir democrático, también pueden referirse a accesible. No entiendo bien porqué no utilizan el término preciso a que hacen referencia, pero, en fin, sigamos. La accesibilidad del proyecto o la obra, entendiendo por esto, que “llegue”, o “sea utilizado y disfrutado”, o simplemente “sea comprendido”, por el máximo número de gente posible, puede parecer, a primera vista, muy positiva. Pero me pregunto: ¿debemos rechazar todo aquello que no es accesible a todos? Dicho de otra forma, y aunque “esté feo”, citándome a mi mismo en otro ladrillito hablando de publicidad: ¿debemos simplificar el mensaje para hacerlo comunicable (accesible) o más bien se debería seguir investigando para hacer comunicables (accesibles) mensajes más complejos? La vocación de universalidad del acto creativo hace de las capacidades del receptor un hecho irrelevante para la obra, salvo que la propia naturaleza de la misma así lo requiera (p.e. juegos para niños, libros para ciegos, publicidad para “target” concretos,…) Si hablamos para tontos, al final, nos convertiremos todos en tontos. Muy accesibles todos, sí, pero tontos de baba.
- Y finalmente, podrían referirse nuestros avispados jueces a democratización, en el sentido de participación. ¿Se refieren a participación democrática en la creación? Mentira. El acto creativo el rigurosamente individual. Se pueden conformar equipos para que cada uno de sus miembros realice de una forma razonablemente organizada su propia aportación individual. Pero no existe la creación colectiva. ¿Se refieren a esas creaciones donde la participación más o menos masiva de personas, conforma la producción final? Quiero decir por ejemplo las fotografías de desnudos masivos de Spencer Tunick, o a la propia Internet. También mentira. El acto creativo de estas obras radica en su concepción, no en su ejecución. El autor prevé y se sirve de la participación de otros agentes, que no tienen más importancia en la obra final que los pigmentos de la paleta de Velázquez.
Dicho esto en las dos ocasiones en las que me topé con la hermética “democratización”, fui tachado automáticamente de “elitista”. Tampoco sé muy bien a qué se referían y no quiero cansar excesivamente a nadie. Pero si querían decir con ello que creo que el acto creativo de cualquier tipo, es intrínsecamente individual, entonces soy elitista. Además afirmo que esa creación exige un grado de talento, esfuerzo y formación importantes, y por lo tanto, supongo que soy elitista. Por otra parte, si querían decir con ello, que no creo que todo por definición, deba estar al alcance de todo el mundo, sino que un creador tiene el derecho y el deber de dirigirse a quien él estime conveniente, entiendo que eso me convierte en elitista. Es más, creo que el autor tiene incluso el derecho a exigir del receptor un esfuerzo para acceder a su obra, lo que me debe hacer de mí, un elitista de cojones.
Eso sí, élite abierta (esto puede que sea un oxímoron, pero me da igual). Élite accesible a cualquiera, no por la vía democrática, sino por la del talento, el esfuerzo y la dedicación.
3 Comments:
Y luego, una vez realizada la obra, se obtinen una gran cantidad de explicaciones de "lo que ha querido decir".
Ante las interpretaciones el autor puede reir, llorar o sorprenderse de lo complejo de su obra.
Será la destrucción de la obra porque aunque parezca increible, no todo es mensaje.
¿seré capaz de colgar algo?
No merece la pena ni gastar más tinta ni más saliva en intentar exlicar lo que resulta obvio.Porque obvio resulta el saber que para aprender cualquier cosa hacen falta esfuerzo y dedicación.Esa es una verdad tangible, ancestral e históricamente comprobable.Lo demás son devaneos de cultura de tele-basura mensajes con muy malas intenciones, ante los que conviene estar preparados, no nos pillen por sorpresa y nos la metan doblada.
Yo ya me consideraba "elitista" y "antidemocrático" antes de leer tu texto, ahora debo ser un auténtico hijo de la gran puta o algo así. Sinceramente es incluso un placer no entender una obra de principio, para quizá años después disfrutarla con la satisfacción del saber cumplido. Anda y que les den por el culo a estos tiempos basura, al final como dice javi la verdad tan ancestral como futura... y sino al tiempo...
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