AL PIE DEL CAÑÓN
Desde mi asumida posición, desde mi pequeño, muy pequeño rincón, donde empiezo a anhelar el pasado, la propia historia de hombre invisible y demás rictus melancólicos, en verdad os digo: os envidio sí, os envidio por estar al pie del cañón, de ese cañon que se llama expresionismo, en ese lado oscuro, peligroso (ah... Lou, que pedazo de tema, con ese saxo final, paradigma de todos los saxos...), dando ejemplo a esta profesión de cajas y cajones de sastre, locos por cumplir con lo establecido para salir en los papeles, hasta el más tonto sabe encajar 135 despachos, pero vosotros estáis ahí, seguís ahí, al pie del cañón, haciendo honor a todo, tres o cuatro alegres tigres o tigresas apostando por la arquitectura, por el arte, por lo otro, buscando, probando, negando la rendición.
Os envidio, por favor, seguid así, algún día escribiremos esto en letras de oro, me gustaría escribir que, con un poco de suerte, el camino vital sigue abierto, debe seguir abierto, diciendo la verdad, la otra verdad, la que nos quieren extirpar como sea la constricción, el miedo, y en último extremo, la ignorancia.
Dareis el zarpazo, tigres, es una puta / pura cuestión de tiempo. Aguantad, malditos.
El flautista.
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