jueves, junio 24, 2010

Calatrava: el mono de goma.


"Autor: Luis de la Cuadra; publicado en soitu.es en julio de 2009"

¡Qué alegría ¡, ¡Qué alboroto!, ¡a por otro perrito piloto! y ¡Leña al mono que es de goma! Son dos clásicas que huelen a fritura, a caramelo de algodón y a gasolina. Resuenan a Pecos, a Perales, a Gaynor y a Jacksonfive aderezados con el ritmo de los compresores. Son dos frases que retengo aunque nunca llegué a comprender. Posos del recuerdo que acarrean planteamientos viscerales, de adolescencia. Casi refranes. Y de vez en cuando conviene orearlos y comprobar su vigencia.
De los Beatles o de los Rolling; del rock o del pop; de los 70, 80 o 90; de peli de vaqueros, de guerra, de comedia o dramones. Son elecciones desde las que se pretende encasillar al sujeto de estudio y que sobretodo muestran los demonios del interrogador.
Desde hace algunos años, cuando alguien se entera de que eres arquitecto, te pregunta si te gusta Calatrava. Antes ocurría lo mismo con Manrique. Dejando aparte la cuestión del gusto y del regusto del que ya tratamos, podemos intentar explicar qué criticamos y por qué. Cuándo no lo hacemos, el resultado verbal es que a los arquitectos no les gustaba Manrique porque era decorador y no les gusta Calatrava porque es ingeniero. Son los monos de goma a los que les zumban golpes el colectivo de arquitectos envidiosos.
Tras escuchar y leer algunas de las críticas habituales dirigidas hacia Calatrava desde algunos medios, por algunos enterados, decido que no estoy de acuerdo con muchas de ellas y aunque sea un mono de goma, intentaré defenderle. No se trata de una acción altruista, sino de rebatir planteamientos que nos rebotan por el hecho de ser arquitectos. Empiezo con los tópicos:
Calatrava es un megalómano, que sólo se dedica a obras muy grandes, faraónicas: ¿Hay muchos que renunciarían? Yo no. Me encantaría tener ese tipo de problemas. Si pudiera proyectar un auditorio, no dedicaría mi tiempo a reformar un piso. Quizá no sea muy social pero es lo que hay. Creo que este tipo de crítica proviene exclusivamente de la envidia.
Calatrava es una marca reconocible y las administraciones públicas le encargan proyectos para competir entre ellas: Conseguir una marca es tarea difícil en la que los empresarios invierten mucho tiempo y dinero (si no que le pregunten a la Coca Cola), si lograrlo únicamente a través de la morfología de sus creaciones tiene un gran mérito, no es de extrañar que en declaraciones paranoides se pueda considerar un artista. En cuanto a la inteligencia de los gestores de la cosa pública o de sus correspondientes votantes, no deberíamos culpar al arquitecto.
Calatrava es muy caro: El precio lo dictan los constructores con sus bajas (hasta del 40%) que agradan a los administradores. Luego lo suben un poco (llamándolo modificación del proyecto) y al final termina costando lo que decía el arquitecto. Es caro construir medio millón de metros cuadrados. Es caro construir un auditorio, construir un puente, un aeropuerto. Puede costar algo más de dinero que esos espacios tengan interés. Pero lo que es muy caro es construir obras ignoradas por la población, desapercibidas vocacionales que es mejor no conocer. Si una administración quiere ahorrar o no tiene dinero, que no construya, pero hacerlo de forma muy económica es malgastar. Pretender que ya que estamos, las instalaciones, el mobiliario, los acabados, no cuestan dinero, es por lo menos falaz. Culpar de estos problemas presupuestarios al arquitecto, supone retrasos, falsedades y tribunales (como ocurrió en los Teatros del Canal YII entre Aguirre y Navarro).
Calatrava obvia la función propuesta: ¿Quién propuso ese programa? ¿Debemos juzgar la arquitectura por su función? ¿y si hay más usuarios de los previstos?, ¿y si cambia el gestor?, ¿y si un palacio real se reconvierte en museo?, ¿y si en una plaza de toros se dan conciertos?, ¿debe funcionar?. Si cambia la función prevista ¿la arquitectura modifica su calidad?
Calatrava es un escultor, no un arquitecto. Es una crítica que se puede hacer a toda la arquitectura. Al menos a la construida. A fin de cuentas la materia con la que se construye es la misma. La morfología que utiliza, a medio camino entre Conan el bárbaro y Alien el octavo pasajero, sorprendió en su momento y puede tener cierto interés.
Calatrava es sólo estructura blanca. No es cierto, el alarde de cálculo que exhibe en sus puentes, se transforma en sus edificios en estructura escultural e histriónica. No se trata ya de un ingeniero apurando las posibilidades estructurales del material utilizado; no es Eduardo Torroja. Es gordo, retorcido y exagerado, según defiende se trata de un arte aparentemente expresionista. Suele ser blanca, … ¡joder como fuese de color!
En cuanto a sus obras; además de grades fiascos, recordemos:
Puentes magníficos, con brutales superficies regladas generadas por tensores, y dibujos vectoriales de fuerzas o movimientos. La imagen de sus puentes manifiesta mayor velocidad que la permitida a los vehículos que circulan sobre ellos. No es de extrañar que algún solado cristalino sea deslizante (según critican), probablemente responda a la idea origen del proyecto.
Creo que es muy acertado el puente veneciano (en absoluto moderno) en esa ciudad muerta en la que pretende disimularse con su color blanco por arriba y rojo por abajo (¡magia!). Tiene guasa que se le critique por no ser accesible a los minusválidos, que viven en una ciudad con calles de agua, y palacios sin ascensor.
Ha empujado a Valencia como nadie desde el Cid, con mucho dinero, cierto, pero en los PAUs madrileños también había mucho dinero y hoy nos preguntamos en qué se utilizó. Y que ahora sea caro el intercambiador neoyorquino, pues vale: ¿Ya no es conmemorativo? Creo que Calatrava no ha cambiado, quizá lo hayan hecho sus clientes.
Tengo curiosidad por ver el movimiento del pirulo de la Plaza de Castilla, y creo que es una lástima que no lo hubiesen colocado en cualquier otro lugar. Artefactos de este pelo tiene unos cuantos.
Me parece valiente el enfrentamiento hasta los tribunales con una administración pública (aunque no esté de acuerdo con el teórico daño perpetrado a su obra).
Tiene el premio príncipe de Asturias y una docena de doctorados Honoris Causa. Son premios de esos que nunca se sabe quién tiene más interés en publicitar, si el galardonado o el patrocinador; pero son premios.
No es de recibo que se le dé tanta leña, al menos no por los tópicos antes rebatidos. Es cierto que tiene unas cuantas castañas en su haber; todos las tenemos (aunque quizá no tan magnas), y algunos llegan a las más altas cumbres.
El problema es otro y su razonamiento seria extenso y para este caso, prescindible. Sirva como orientación, que si no fuese por la antigua e innecesaria simetría, por la simpleza de sus espacios sin matizar, por el buscado goticismo, por la imprescindible manufactura, por la imitación hasta del teselado de Gaudí, por la apoteosis de la decoración, por su auto consideración como “artista”, por su inmunidad, por lo inalterable de su discurso y alguna otra cosa, podría resultar un arquitecto interesante. Aunque entonces no sería Calatrava.

Para dar leña, como desahogo recomiendo este enlace.
http://www.redribera.es/games/jugar_a_299_lena-al-mono-que-es-de-goma

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