lunes, junio 14, 2010

VUELVE DON RICARDO


"Autor: Javier Boned; publicado en soitu.es en junio de 2009"

Barcelona acaba de inaugurar la nueva terminal de su aeropuerto, la T1, diseñada por Ricardo Bofill, y que ha supuesto una inversión de 3.000 millones de euros, cantidad que parece menor que la empleada en la terminación de la T4 madrileña, como se ha apresurado a manifestar el arquitecto catalán. En una entrevista reciente concedida a un diario nacional, Ricardo Bofill define su nueva terminal como “… un low-tech de estilo mediterráneo”, es decir, una aplicación de la tecnología de forma más imaginativa para poder manejar precios más bajos, “unos 1.000 euros por metro cuadrado”, argumenta el arquitecto. El edificio, continua Bofill, “…es una forma curva de un solo techo que engloba toda la terminal, un gran techo en forma de concha, o de pájaro, o de avión, incluso de espada, dependiendo desde dónde y cómo uno lo interprete. Es un gran espacio lleno de luz junto al Mar Mediterráneo, un lugar majestuoso para posicionar el intermodal que ejercerá de puerta de entrada a Cataluña”. La entrevista termina con unas cuantas frases significativas: “…tenemos que volver a la arquitectura económica, la tradición vernacular que nos arraiga al lugar”; “…ya tenemos nuestra colección de iconos, ahora hay que hacer ciudad, completar esta gran obra de arte”; “…Ojalá pudiéramos crear un nuevo modelo sostenible basado en principios ecológicos y de sostenibilidad; principios más femeninos que masculinos, ya me entiende…”
Desde luego este arquitecto es un vendedor de categoría; no ha existido ni existirá jamás un profesional de la arquitectura con esa capacidad tan desarrollada de “vender la burra”. Es realmente fantástico. Resulta que el señor Bofill se acaba de inventar un estilo nuevo, “el low-tech mediterráneo”, justamente para su nueva terminal, un estilo que le viene estupendamente, un estilo de 1000 euros por metro cuadrado (precio a mi entender imposible para un aeropuerto, lo diga quien lo diga) y que tiene forma de espada desde el aire. ¿Podemos entender quizás simbológicamente esta nueva terminal como una puñalada trapera de Ricardo Bofill a los poderes fácticos de su tierra natal, que parece le tienen marginado no encargándole todos los proyectos que debieran? Parece, eso sí, un poco más moderno que el “hangar a dos aguas” maravilloso y con fachadas romanas de hormigón pre-fabricado que este artista de la venta arquitectónica nos colocó en Málaga hace ya unos años.
No he visto in situ los detalles de la obra de la nueva terminal, pero desde luego desde el aire no me parece lo más adecuado para una terminal de aeropuerto moderna, que suelen ser todas mucho más alargadas. Más bien parece un gran centro comercial al que se le adosa una pequeña terminal (según datos del propio arquitecto, posee más de 25.000 metros cuadrados de tiendas), en esa obsesión de conseguir una máxima rentabilidad comercial con casi todo. De hecho parece ser que a esta nueva instalación se trasladarán las compañías que integran las alianzas aéreas One World, Star Alliance y Sky Team, que ya el año pasado transportaron en Barcelona 24 millones de pasajeros, del total de 30 millones que pasaron por el Prat, y es por esto que algunos expertos han advertido ya que la T1 podría llegar pronto a la congestión, debido a la asignación de espacios decidida por AENA. Tanto es así que está proyectada ya una terminal satélite de la T1 situada en mitad de las pistas, con apertura prevista para el 2012, y que podría atender a 15 millones de pasajeros al año. La verdad, sabiendo esto, el proyecto no me parece demasiado sostenible.
Y en cuanto a la colección de iconos que ya tenemos y que no debemos continuar, me figuro que Bofill se referirá, entre otros, a su precioso Teatro Nacional de Cataluña, ese templo griego de cristal tan bonito que se erige en el centro de Barcelona. Y si no debemos continuar por ese camino… ¿qué le ocurrirá al futuro Hotel vela-W, maravilloso icono de cristal junto al mar que acaba de diseñar? A lo mejor ahora argumentará que de un icono, lo que se dice de un icono, realmente no se trata.
Y ya, querido Ricardo, tu comentario sobre la necesidad de nuevos principios sostenibles, más femeninos que masculinos, habrá que interpretarlo como una crítica al evidente priapismo de la torre Acbar de Nouvel, que desde luego es más masculino que tu hotel vela-W, de formas más suaves y femeninas, y del que nos dirás con toda seguridad que en el inconsciente colectivo barcelonés resonará siempre, como una vela que comparte democráticamente su forma con la suave brisa del mediterráneo. Una forma de vela, curva, seductora, amable, nada icónica y sostenible, vital aportación de tu sabiduría como arquitecto a ese precioso litoral barcelonés escenario de tu infancia.
Ricardo, eres un crack.

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