lunes, diciembre 07, 2009

LA ARQUITECTURA INDUSTRIAL, BASE DE LOS EQUIPAMIENTOS CULTURALES


"Autor: Javier Boned; publicado en soitu.es en junio de 2008"

El movimiento moderno del siglo XX consolidó la posición teórica y la base intelectual de la denominada “arquitectura industrial”, incluyendo las construcciones de industrias en activo, para distinguirla de lo que denominaríamos “arqueología industrial”, dedicada al estudio de los lugares, métodos y maquinaria utilizada en la industria ya en desuso.
Esta reflexión pretende señalar una problemática contemporánea que ciertamente carece todavía de la suficiente atención. Viene generada por los efectos de la desindustrialización en el ámbito del primer mundo, la valoración de los restos de esa desindustrialización y su posible reutilización. Multitud de áreas industriales, mineras, residenciales, energéticas, infraestructuras de movilidad, etc., así como sus territorios y zonas de influencia, se han vuelto obsoletos e infructuosos por los cambios tecnológicos acaecidos a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, y requieren de una inmediata reestructuración y nueva incorporación a los nuevos sistemas urbanos. Pero no se pretende hacer hincapié tan sólo en su función estética, sino en una posible reutilización y aprovechamiento para las ciudades, dando lugar a la recuperación de unidades de paisaje, a la reconversión de los recorridos en paseos de contemplación de este paisaje, y a la dotación para estos edificios de funciones útiles y coherentes con su contexto físico y social.
Entre el riesgo constante de su desaparición y las propuestas de rehabilitación, la arquitectura industrial sigue estando de plena actualidad, tanto por su valor histórico y social, como por sus cualidades arquitectónicas, y porque suelen ser conjuntos en situaciones urbanas privilegiadas.
Cada conjunto industrial constituye un sistema, conforma un paisaje con una morfología propia basada en las relaciones entre edificios, espacios libres y entorno. Por ello no vale con salvar aquí una chimenea, allí una fachada, más allá sólo una nave. Urge plantearse el tema como un tema de proyecto urbano en toda su magnitud.
Resulta obvio, por otra parte, que los edificios industriales pueden tener estilo; a fin de cuentas, también esta disciplina se hace eco del gusto y de la tendencia del ser humano por la estética. Sin embargo, en la ya dilatada historia de la arquitectura industrial no se le ha prestado la más mínima atención a esta cuestión, y cuando lo ha hecho, con frecuencia se ha recurrido a estilos pasados de moda. No obstante, por fortuna nos vamos encontrando con excepciones en las que se ha apostado con firmeza por la arquitectura contemporánea, dando de este modo pasos tremendamente importantes y absolutamente necesarios para nuestro compleja y dilatada concepción de la arquitectura.
Probablemente habrán visto imágenes del Caixa Fórum Madrid. La entidad financiera barcelonesa ha inaugurado la sede definitiva de su obra cultural en la capital del país, escogiendo concienzudamente –como suele hacer- una ubicación privilegiada que trascienda su materialidad para convertirse en símbolo y todo un referente. El lugar elegido ha sido la antigua Central Eléctrica del Mediodía, en pleno eje del paseo del Prado. Construida con el comienzo del siglo XX, esta Central abasteció de energía el centro de Madrid hasta que recibió el relevo, pasando primero al desuso y luego al abandono, como tantos otros edificios industriales al dejar de prestar servicio. La Caixa se hace cargo del inmueble encargando en el año 2001 su restauración al estudio de arquitectos Herzog y de Meuron. El resultado final es sorprendente, y la vieja fábrica, dos naves industriales de ladrillo, y poco más, se ha convertido en un verdadero icono urbanístico y arquitectónico para la ciudad de Madrid.

Este ejemplo no es singular. La Tate Gallery de Londres es fruto de un caso idéntico. La fábrica de cervezas “El Águila” de Madrid es hoy, totalmente remozada, la Biblioteca y Archivo de la Comunidad de Madrid. La vieja Fábrica de Armas de Toledo acoge en la actualidad dependencias de la Universidad de Castilla-La Mancha, y el Palacio de Congresos de Cádiz fue la antigua Fábrica de Tabacos. La antigua azucarera de Vitoria es un edificio de oficinas. Los ejemplos abundan. Todos ellos fueron edificios simples, y sin concesiones a la estética, que debían prestar uso para lo que se habían construido, sin más. También por ello la arquitectura industrial ha sido infravalorada y tan denostada en toda nuestra geografía. Pero, afortunadamente, de unos años para acá ha aflorado en España una sensibilidad de valoración y protección de estas arquitecturas que las ha librado del olvido y sobre todo de la ruina. Estaba clara la necesidad de su rehabilitación, pero era prioritario darles uso. Hoy, la mayoría de estas antiguas arquitecturas industriales han servido de base a modernos equipamientos culturales.

Observemos el fantástico proyecto para la Filarmónica de Hamburgo, también de Herzog y de Meuron. Un antiguo almacén de cacao, en pleno puerto, sirve de base física y conceptual para el nuevo edificio de la Filarmónica que se sitúa encima, incorporando un nuevo y contemporáneo símbolo a la ciudad, utilizando justamente como vehículo transmisor una arquitectura industrial existente. El resultado, encuentro y fusión de ambos mundos resulta impresionante: la potencia y la solidez del objeto industrial son utilizadas por la imaginación del arquitecto, en este caso, para la creación del gran equipamiento cultural que la ciudad de Hamburgo necesita.

La arquitectura que viene tiene muchos retos que afrontar, y en su continua redefinición se incorporan a ella nuevos conceptos y formas de actuación. Un nuevo campo se abre ante los arquitectos, a quienes corresponde en gran parte sensibilizar a la sociedad de la importancia que estos retos suponen para el lenguaje arquitectónico, en este caso a través de la necesaria incorporación al mismo de nuestro rico patrimonio industrial.

0 Comments:

Publicar un comentario

<< Home