martes, julio 17, 2007

Cuarenta euros


Ayer vi 800 balas. Por supuesto, y sirva este post como recomendación ineludible, está 300. Resulta curioso comprobar que bien funcionan, con que solidez se anclan a nuestra memoria las expresiones que combinan números y sustantivos en su configuración final. El mundo del cine está plagado de ejemplos: dos hombres y un destino, siete novias para siete hermanos, nueve semanas y media, etc.... Pero también están los nombres comerciales de determinados productos: tres en uno, una zero, licor cuarenta y tres,… Además de, por supuesto, las fechas y períodos temporales que automáticamente asociamos a un acontecimiento determinado, como el 7 de julio, el 11 de septiembre, o los nueve meses de embarazo. No puedo dejar de citar una de las más hermosas de estas asociaciones mágicas: Borges describe la distancia que le separa de su amada que ha viajado a Europa para un período de un año: “trescientas noches como trescientas paredes”. Pero no ha sido ésta la desencadenante de este escrito.

Para mi, hasta el pasado domingo, cuarenta, eran los cuarenta ladrones de Alí Baba, los cuarenta días con sus noches que pasó Jesucristo en el desierto tentado por el maligno, los cuarenta principales, cantar las cuarenta y, ahora ya, la crisis de los cuarenta. En mi memoria y desde hace solo unas horas se han añadido a todos estos cuarenta, los cuarenta euros de un vestido rojo que flota alrededor de un amigo. Cuarenta euros hermosos, nuevos, embrujados y, en algunos casos inconfesables, muy envidiados. Cuarenta euros que me gustan y me alegran sinceramente.

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