lunes, abril 21, 2008

INFORMACIÓN Y CONOCIMIENTO ( I )

A veces confundimos conocimiento con información, siendo conceptos que no tienen nada que ver, y presentándose muchas veces incluso como antagónicos. Conviene establecer una serie de diferencias sustanciales entre estas dos palabras, pues si bien es cierto que vivimos inmersos en una cultura y sociedad de la “información”, nada más lejos de la realidad pensar, por análogía, que lo estamos en la del “conocimiento”.
Para empezar, existe una diferencia sustancial en cuanto a la esencia de cada uno de estos conceptos. La “información” se produce en la capa más superficial de nuestra forma de entendimiento, no requiriendo un esfuerzo especial de elaboración por nuestra parte para asentarse cómodamente en un compartimento del cerebro fácilmente accesible por la memoria destinada al uso cotidiano, una especie de memoria “ram” que se encarga de gestionar constantemente nuestro volumen de información. Dependerá del tamaño de esa memoria que nuestra capacidad para almacenar y recordar datos resulte más o menos especial. El que posea esta memoria muy desarrollada podrá manejar ingentes cantidades de información a una determinada velocidad. Pongamos un ejemplo. Ante la palabra “Beethoven”, el “informado” reaccionará instantáneamente citando de memoria una serie de obras del músico con total solvencia, recordará infinitud de datos sobre su figura, y si además es melómano recordará melodías que canturreará sin ningún problema, dando a entender que el músico alemán no tiene misterios para él. Sus comentarios resultarán, pues, asépticos, casi robóticos, exentos de pasión alguna que implique debilidad o puesta en juego de facetas íntimas de su persona, que nadie tiene por qué conocer gratuitamente. El “informado” no hace juicios de valor cuando se expresa, pues no es misión de la información valorar, sino almacenarse para ser utilizada socialmente cuando sea necesario, sin un nivel concreto de jerarquía. El “informado” reaccionará de igual manera pues ante el término “Beethoven” como ante el término “gobierno” o “economía”. Todos ellos formarán parte del mismo almacén, y la memoria seleccionará los datos almacenados y recurrirá a ellos cuando se la requiera, como una mera necesidad de integración. Según esto “la desinformación” supondría una forma de marginación instantánea con respecto a la sociedad en la que se participa, un peligro de aislamiento que se haría insoportable. El “informado” pues, sufre ante la posibilidad de que existan temas o conceptos de los cuales no “tenga noticia”, pues automáticamente lo colocarían en una situación de desventaja social. Información, pues, en primera instancia, como necesidad de supervivencia social, auto – reconocimiento como individuo, medición primaria y básica del nivel fundamental de auto – estima.
La cultura actual de la información alimenta sin cesar esta necesidad manteniendo la cohesión social de sus participantes, lanzando diariamente millones de mensajes que contribuyen al intercambio de ideas, pensamientos y conceptos que se mueven todos en este mismo nivel superficial. Esta universal base de datos compartida pretende, en principio, asegurar una determinada convivencia propiciando el correspondiente nivel de intercambio y consumo cotidiano de estos datos. El progreso iría pues relacionado, también en un principio, con la cantidad de datos que circulan en una sociedad determinada y en un momento histórico concreto.
Ante este hecho, es evidente que el conocimiento lo tiene difícil, pues se sitúa en un nivel profundo de nuestros niveles de entendimiento, y entran en juego, para su puesta en escena, factores mucho más complicados.
El conocimiento maneja, básicamente, cuestiones de experiencia sensible. Trasciende entonces el nivel de la información para asentarse en los parajes profundos de nuestra psique, mezclándose en nuestro interior los datos adquiridos con vivencias y sensaciones que han sido re-elaboradas, pasadas por el filtro de la racionalidad y jerarquizadas según el carácter individual. El conocimento no necesita ser contrastado imperiosamente frente a un estímulo externo, no es función de punto, sino de línea, representa inconscientemente todo nuestro ser, supone la manifestación de lo universal en lo particular, y está en continua evolución. Ante la palabra “Beethoven”, el que “conoce” puede temblar, apasionarse, disfrutar o no con los comentarios, pero ante todo “sentirá” siempre la importancia del término, y no podrá permanecer impasible. El conocimiento no permite permanecer indiferente, aunque a veces se plasme en un silencio elocuente, un silencio que no busca recompensa, que no es fruto de ninguna estrategia. El conocimiento es un sistema de resonancias, de simpatías, que anida en cada uno de nosotros y se desarrolla en nuestro interior particularmente, en relación a la manera en que cada uno, día tras día, crecemos y nos configuramos espiritualmente. La información se almacena. El conocimiento nos esculpe, nos labra.
(Continuará).

2 Comments:

Blogger Diego Fullaondo said...

Joder Javier: Has pasado de matices entre información y conocimiento, a términos antagónicos. Creo que como decías la diferencia está en el factor tiempo. O de velocidad, que es decir lo mismo. Conflicto momentáneo entre la velocidad a la que la herramienta que hemos creado es capaz de ir lanzándonos la información y nuestra propia velocidad de asimilación, también, de momento, mucho más lenta. Esto bloquea nuestra, ya debilitada y políticamente incorrecta, capacidad de elegir, de renunciar, de discriminar, de jerarquizar. Posiblemente por una mezcla como tu dices entre fascinación y necesidad de integración social. Y la vagancia... pecado capital en el que estamos sumidos. El esfuerzo es signo de debilidad y hay que combatirlo con todas nuestras fuerzas. Recuerdo el SIMULACRO del que alertaba Parent hace 30, no, 40 años.
Por otra parte son tiempo fríos, objetivos, responsables y robóticos como tú dices. El avance del conocimiento difícilmente podrá ignorar esta mecánica de mini-pasos seguros pero constantes. El riesgo también agoniza.

21 abril, 2008  
Blogger Diego Fullaondo said...

Anecdota de la red: Un conocidísimo blog de arquitectura español (edgargonzalez.com), publica los resultados del mercado de San Chinarro de Madrid. Se monta un gran follón en los comentarios, descalificando mayoritariamente a la propuestas premiadas, tachándolas a casi todas de antiguas, obsoletas, lo de siempre, etc. Un habitual, interpela en un comentario al arquitecto autor del blog (edgar) para que "se moje", para que emita su juicio. Creo que la respuesta edgar es muy clarificadora sobre la manera en la que estamos entendiendo esta potentísima herramienta. La reproduzco:
"jejeje
la funcion del blogger, creo que es más la de un facilitador de informacion, yo no soy un teorico ni critico, ni quiero serlo, simplemente retrato la realidad que me rodea, esa es mi labor. La de editar un paisaje salvaje de sobreinformacion.
No pretendo hacer un análisis de lo que pasa, simplemente lo quiero poner en una vitrina, con accesos a las fuentes originales de informacion, para que cada quien pueda elaborar su propias conclusiones."
Y ya está.

21 abril, 2008  

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