viernes, febrero 10, 2006

I
La soledad, ese bien ansiado por el joven, empieza a no ser tan deseable cuando envejecemos. El roce de las personas comienza a sernos necesario, y ya no podemos rebelarnos tan fácilmente contra esa dependencia.

II

No se debe poner demasiadas expectativas en las situaciones que vivimos. La propia capacidad de auto - engaño nos lo demuestra reiteradamente, pretendiendo caprichosamente que las cosas sucedan como nunca debieran suceder, y sabiendo en el fondo que la sorpresa siempre llega por donde tiene que llegar. ¿Quién iguala al ser humano en la complejidad de semejante artilugio?

El flautista de Hamelancolin


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